Marmolistas de TBO




Marmolistas, escultores y chapuzas, haberlos haylos en todas partes. Sin embargo, en los últimos años en los bigwalles catalanes (como si nos sobraran las tapias, señores!) han proliferado las chapuzas. Parecía imposible pero quizá habrá que empezar a reflexionar sobre un decálogo del artificial extremo, porqué parece ser que hay algún idiota que está confundiendo los términos del contrato escalada = reto = lucha = satisfacción y se ha dejado tentar por el lado oscuro cambiando alguno de dichos términos (escalada = reto    = trampas = vanidad). Lean, damas y caballeros; pasen y vean en qué se pueden llegar a transformar.

A los hechos nos remitimos, pues los hechos lo demuestran, cuando constatamos y nos enteramos, no sin un primer rasgo de la más absoluta incredulidad, de la existencia de una diminuta escuela de practicantes de la escalada artificial cuyo lema es "pasa con cincel cuando no sepas como pasar". 

No son muchos, esperamos y deseamos, pero están consiguiendo desgraciar las principales vías de artifo del país.

Y lo hacen sin manías, prueba de como deben entender eso de la escalada artificial. Creo que meterse en su mente es la clave para tratar de comprender lo que mueve a dichos fantoches a picar agujeritos en la roca para meter sus diminutos plomos cuando no se atreven a pasar como lo hicieron otros antes que ellos -porqué se trata de eso, señorías: de valentía y de valor.


La cuestión -me doy cuenta cuando le doy vueltas a la cosa- debe ser poder presumir de haber repetido una vía determinada, sea el Mirall Impenetrable, la Vudú, la Cop de Gas, la Jan Cullell, la Prisma, la Incontinència d'inconsciència, o cualquier otra joya del artifo de por aquí. El problema que se lo coman los demás, los que después repetirán las vías y se encontrarán mi grado máximo cincelado; es decir, el grado de la ruta originial decotado gracias a mi gracioso cincel y mis petulantes golpes de martillo.

**Lean, a modo de ejemplo, mi desgraciada experiencia personal en la petita Cop de Gas, en el Morral del Cavall, cuando esperando tener que salir en libre de quinto, tras un A4 de plomos y ganchos, me encontré con agujeros picados hasta prácticamente la cima de la aguja. El individuo que perpetró tal "rocacidio" ni siquiera se calzó los pies de gato, el muy cabrón! y siguió avanzando con los estribos cuando el grado de la rampa apenas llegaba al tercero! Un súpercrak, sin lugar a dudas.

Y claro está! El artifo permite pasar con trampas y no ser ni visto ni juzgado en el intento. Hasta que, claro está también, algún compi repite una vía, y otra y otra... y se va encontrando con picados por doquier.


La cosa la cuenta Paca en su blog después de haber repetido la Incontinència d'inconsciència en la Paret de Catalunya. Y lo hace con un amplio reportaje fotográfico del "viacidio" cometido por me gustaría saber qué mindundi acobardado. Viendo las fotos menda se queda atónito y lo peor viene luego, cuando con la cabeza ya más fría, te das cuenta de que la peor parada ha sido la vía, que al parecer ha quedado hecha una auténtica chapuza.

La solución es fácil. Dejen los cinceles en la R cuando vayan de primero y vuelvan al A2+. Queda claro que necesitan, ustedes los aludidos, practicar más en grados fáciles... La comparación es tan odiosa como acertada: se imaginan ¿qué pasaría si cualquier día me paso por la Rambla de Siurana y le pico unos cantos? Me la arreglo de 7a, un 7a de kantaken, para dejarla así, más disfrutona?

Ah! y eso sí. Luego en el bar, solo cuento a los compis que he encadenado la Rambla, omitiendo, claro está, mi pequeño truco de magia.





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